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La creación una gran mentira bíblica (página 2)




Enviado por ruanowilly



Partes: 1, 2, 3

DELICIOSAS
VELEIDADES Y CONTRADICCIONES

Hay otros muchos inspirados que han escrito sus
veleidades en la Biblia que, ignorantes o imbéciles,
están fuera de dimensión. Uno de ellos precisamente
es Lucas, el evangelista, que nos hace saber de su grado de
ignorancia en 3:8 desde donde leemos.

Adán el hijo de Dios.

¡Pero qué bruto!. Para asestarle un golpe
de talento a la bella brutalidad de Lucas, digámosle lo
siguiente:

  1. Adán, estimado Lucas, no es hijo de nadie
    ¡menos de Dios!.
  2. Adán no fue fabricado ni moldeado por los
    Elohím o Dios Padre (como han tergiversado la traducción de los fuertes y poderosos
    que, de Elohím pasó a Dios) fue Yahvé el
    fabricante.
  3. Elohím es una cosa y Yahvé otra.
    Nuestras Biblias de uso común y corriente cuando hablan
    o se refieren a Dios es porque han sustituido el vocablo
    Elohím y, graciosamente, para engañar a los
    incautos, lo han hecho aparecer como que la referencia es al
    Ser Supremo cuando es un vocablo que habla, en forma plural, de
    los fuertes y poderosos seres que forman un complejo y enredado
    sistema divino
    en la cosmogonía hebrea. Y,
  4. Adán no puede ser hijo de nadie, tal y como lo
    afirma y asegura tajantemente Lucas. Ni siquiera Yahvé,
    su fabricante, puede presumir de tal hazaña. No
    señor. Hacerlo o proclamarlo es una aberración.
    Adán, si le creemos a la Biblia, fue un producto que
    Yahvé fabricó con sus manos y que uso, como
    materia
    prima, tierra o
    polvo de la tierra;
    por lo tanto, hijo o llamar a Adán hijo de Yahvé,
    es inconcebible, ¡no digamos decirle hijo de
    Dios!.

Y vuelta de nuevo con el necio de Pablo nos dice desde 1
de Corintios 15:47 con un lamento inconsistente:

El primer hombre, sacado
de la tierra, es terrenal; el segundo hombre, que es el
Señor, es del Cielo.

Un coscorrón para este pobre demente.

Querido Pablo ¿realmente quién es el
primer hombre? ¿puedes tu respondernos con toda sinceridad
y seguridad a
esto?.

Pongámonos claramente definidos y optemos por lo
correcto. Si en la Primera Versión de la Creación
se nos ha asegurado que los Elohím dicen hagamos al
hombre, y luego, en el siguiente versículo leemos que los
Elohím crearon al hombre, y además en la Segunda
Versión se nos afirma también en forma
enfática que Yahvé modeló y formó de
arcilla del suelo al hombre,
¡díganme, por Dios Santo! ¿quién de
estos tres hombres fue el primero?.

Si asumimos lo que Pablo nos jura es la verdad, tenemos
que si el primer hombre es aquel que fue sacado de la tierra o
moldeado de la arcilla del suelo, el segundo estará entre
el hombre que
los muchos Dioses hicieron y que los Elohím crearon. Y, a
cualquiera de estos dos últimos que le toque representar
el papel de segundo hombre, como absurdamente nos quiere imponer
el atolondrado de San Pablo, el que escojamos como tal,
deberá ser el Señor que viene del Cielo.

Y esto es falso, mentira y completamente absurdo de
aceptar. ¡De ninguna manera puede ser posible que sea
Jesús este segundo hombre (cualquiera que escojamos) y
veamos por qué no puede ser:

  1. Si fuese el que fue hecho por los muchos Dioses, no
    guardaría el mínimo requisito de ser identificado
    como el Hijo de Dios, ya que, por la misma causa de la forma
    como surgió a la existencia, quedaría
    descalificado como tal. Si no hemos olvidado el asunto, los
    Elohím invitan a otros Elohím a hacer al hombre.
    Hagamos al hombre, es la sentencia bíblica y la
    invitación a que todos ellos juntos hagan un algo
    denominado hombre. Tampoco hay que olvidarnos que este hombre
    fue hecho y no creado, por lo tanto es imposible que sea
    Nuestro Señor Jesucristo ya que todos los elementos que
    forman y componen a este hombre son producto de cosas que ya
    existían y, por mínima lógica, este no puede ser Jesús
    que suponemos es divino.
  2. Si por el contrario aceptamos que el segundo hombre
    es el que fue creado por los Elohím, tampoco
    cumpliría el requisito mínimo para ser
    considerado como Jesús. Recordemos que la Biblia nos
    dice Y crearon los Elohím al hombre a su imagen; a
    imagen de los Elohím lo crearon; varón y hembra
    los crearon
    . Y aquí viene lo mejor, Jesús,
    que se sepa, no era varón y hembra a la vez.

¿Satisfecha la duda?.

¡Claro!, lo lamentable es que San Pablo nos
volvió a mentir.

¿Qué pretendió Pablo con haberse
atrevido a dejar constancia de su tontería?
¿Creyó, acaso, que éramos incautos,
imbéciles y tontos como él?.

Y no escarmienta este bobo pues continúa con sus
sandeces y así lo leemos desde Colosenses 1:15 desde donde
nos asegura San Pablo.

Jesús, es la imagen del Dio invisible, el
primogénito de toda la Creación.

¡Cómo algo visible y palpable, tal y como
era Jesús, puede representar la imagen de algo invisible e
impalpable, tal y como se supone que es Dios!, eso es imposible.
Si hay algo que es invisible ni siquiera puede cumplir con la
condición de ser algo. Si es invisible carece de imagen y
no puede ser sujeto de ninguna comparación con algo. Y,
precisamente por lo anterior, no existe la más remota
posibilidad que lo invisible tenga imagen o reflejo alguno que
pueda ser visible pues, si eso llegara a suceder, ya no
sería invisible.

En el colmo de la calentura, Pablo desvaría y se
pierde inútilmente. ¿De dónde se saca que
Jesús es el primogénito de toda la
creación?. En cualquiera de las dos versiones
bíblicas sobre la creación, y a pesar de ser
diferentes entre sí, y excluyentes una de la otra,
¡no hay ninguna alusión –ni por pequeña
que fuese- en que los Elohím o bien Yahvé hayan
creado, hecho, producido, ordenado o elaborado algo que
respondiera a los atributos que supuestamente se le conceden a
Jesucristo!. Y menos aún que se le mencione en alguno de
los versículos que tratan ese tema.

No. Por el contrario, los autores inspirados, no
recibieron a tiempo el
mensaje del Espíritu
Santo sobre ningún primogénito de la
creación.

¿De dónde se sacó Pablo tan
elucubración?. Pero bueno… supongamos por un momento que
es verdadera la febril afirmación de este santo
varón. ¿Qué puede significar adentro del
contexto cristiano? ¿Qué alcances hay en todo
esto?.

Veámoslo:

  1. Que San Pablo está aludiendo a la Primera
    Versión, la que nos habla de los Elohím, ya que
    en la otra, la de Yahvé, ahí para nada se usa la
    palabra crear.
  2. Si aceptamos que Jesús es, efectivamente, el
    primogénito de la creación, esto tiene que
    significar que nació primero; es decir mucho antes que
    la propia creación. ¡Antes aún que el
    principio!. Y esto no puede ser cierto pues no hay ninguna
    alusión o referencia, tan siquiera, a que ya
    existía un primogénito de la creación en
    toda la Biblia, y menos que existía un ser llamado
    Jesús (que si mal no recordamos el ángel le dice
    a María que deberá llamar a su hijo Emmanuel y no
    Jesús como lo conocemos). Ahí ni siquiera hay
    alusión alguna a DIOS pues Elohím y DIOS son dos
    cosas distintas y totalmente en
    contraposición.
  3. Y no puede ser Jesús, porque es el propio
    Pablo quien ya lo ha limitado. Nos dice, pues, este
    imbécil, y olvidadizo, claramente desde 1 de Corintios
    15:45 El segundo hombre, que es Jesús, es del
    Cielo.
    Si de verdad Jesús es el primogénito
    de la creación significa que es el primer hijo. Y ser el
    segundo hombre, como nos lo afirma Pablo, es que no hay nada de
    primogénito.

Estar hablando y referirnos al amplio concepto de la
palabra hombre, nos hace no dejar pasar la oportunidad sin que
saquemos a relucir, en toda su magnitud, el auto nombramiento que
Jesús hace de sí mismo –porque así es
su deseo de ser conocido- que él, es el Hijo del
Hombre.

¿Cuáles son los alcances de esto?…
veámoslo.

Si Jesús decide, por sus pistolas, definirse como
Hijo del Hombre y no como Hijo de Dios, debe de ser por algo. Y
se ha quedado tan grabado en nuestra mente que, cuando leemos o
nos hablan sobre el Hijo del Hombre, inmediatamente nuestro
entendimiento comprende que se trata de Jesús, Nuestro
Señor.

En Mateo 8:20; 11:18 y en 16:13 leemos.

Jesús le dijo: las raposas tienen guaridas, y
las aves del cielo
nidos; pero el Hijo del Hombre no tiene donde recostar su
cabeza…

Porque vino Juan, que ni comía ni
bebía y dicen: Tiene un demonio. Vino el Hijo del Hombre,
que come y bebe, y dicen: Mirad un hombre comilón y
bebedor de vino, amigo de publicanos y de
pecadores…

Al Llegar Jesús a la región de Cesarea
de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo:
¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del
Hombre?.

Muy claro vemos la forma en que Jesús adopta para
sí mismo el apelativo de Hijo del Hombre y, este
título que usa, es más bien una expresión
enigmática con aspectos trascendentales para el pueblo
judío. Muchísimas personas hemos oído decir
que Jesús era el Hijo del Hombre, pero el grave problema
es que no hemos podido entender todo el alcance del
significado.

Veamos por aparte algunos alcances del término y,
para eso, hay que trasladarnos hasta el Antiguo Testamento y
empezar a comprender mejor el por qué Jesús se
interesó en darse a conocer como tal y no como Hijo de
Dios.

En el lenguaje
bíblico la expresión Hijo del Hombre es una mezcla
entre el hebreo y el arameo y se lee y escribe ben-adam o
bar-enas y puede designar a una persona y
también a un hijo de Adán (hijo de la tierra, para
mayor claridad y entendimiento).

O bien como el libro de Job
25:6 nos lo presenta en el extremo más bajo y
deleznable.

Y el hijo del hombre también es un
gusano.

La expresión hebreo-aramea también designa
a un personaje que ni por asomo puede ser identificado como
Jesús. En Ezequiel 2:1,3 y 6 leemos que el propio profeta
Ezequiel describe lo que la Gloria de Yahvé le
dice.

Y me dijo: Hijo de hombre, ponte sobre tus pies y
hablaré contigo. Hijo de hombre, yo te envío a los
hijos de Israel.

¿Qué les parece? ¡Qué gran
sorpresa! ¿Verdad?. Yahvé designa personal y
directamente a uno de los más grandes profetas de todos
los tiempos con el apelativo de Hijo de Hombre, muy por el
contrario de lo que el incauto de Jesús quiere hacernos
tragar.

Pero sin ir muy lejos ¿de qué forma
designa Yahvé y tiene catalogado a Jesús?. Y esto
nos lo aclara Lucas 3:21 y 22 que, en su parte medular, nos deja
dicho.

Tú eres mi hijo amado; en ti he puesto mi
complacencia.

¿Por qué la soberbia insistencia de
Jesús de repetir y de porfiar en que él es el Hijo
del Hombre?. Y si nos adentramos en el Nuevo Testamento,
encontramos que esa expresión aparece únicamente
setenta veces. Unas, es Jesús quien adopta el
título para sí y en otras no se identifica con la
expresión; tal el caso cuando leemos en Mateo 16:27 que
dice Porque el Hijo del Hombre ha de venir en la Gloria de su
Padre
. O en Mateo 24:30 que leemos Entonces
aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el
cielo.

Jesús mismo se contradice pues, si pasa toda su
vida pública haciéndose pasar y dándose a
conocer como el Hijo del Hombre, al llegar al final de su vida, y
en el último instante, rectifica y como que se recuerda lo
que una vez oyera que el Espíritu Santo en forma de paloma
le dice Tu eres mi hijo muy amado, ya que cuando es
interrogado –luego de haber sido capturado- y le preguntan
¿Tú eres el Hijo de Dios?, Jesús
contesta Vosotros lo decís. Lo soy. (Lo pueden leer
en Lucas 22:70).

¿Por qué a la hora de su muerte
Jesús sí reconoce ser Hijo de Dios? ¿Por
qué antes proclama ser el Hijo del Hombre?.

Siempre nos queda hecho todo un lío con esto y el
relajo es mayúsculo. Primero, Jesús es el Hijo del
Hombre, luego que no, que el Espíritu Santo declara Es
mi hijo muy amado en quien me complazco
; y para terminar, que
siempre todo eso ¡no!; pues Jesús reconoce ser el
Hijo de Dios al responder a sus interrogadores Lo
soy.

Sin ahogarnos en un vaso de agua, todo eso
no importa ya que Mateo nos lo aclara de una buena vez. Y no
sólo eso, sino que desde el principio del Nuevo
Testamento, desde Mateo 1:1 está toda la verdad acerca de
Jesús. Y, como resultado de ello, podemos gritar a los
cuatro vientos ¡Jesús es hijo de José, el
marido de su madre María!.

La Palabra del Padre Nuestro, y en este caso el
evangelio de Mateo –uno de los selectos e inspirados por el
Espíritu Santo- nos dice en palabras muy sencillas
quién es Jesús y de dónde procede. Y nos
dicen que el Maestro es hijo de un hombre común y
corriente, es hijo de un ser mortal como usted o yo. Pero mejor
leamos lo que nos dice este inspirado autor sagrado:

Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de
David, hijo de Abraham, hijo de…, y Jacob engendró a
José, marido de María de la cual nació
Jesús, llamado el Cristo.

Vean qué bien, Jesús llamado el Cristo, y
no Jesús el Cristo. Con lo que podemos notar una gran
diferencia en el concepto y, por lo tanto, no hay tal Hijo del
Hombre, menos lugar para Hijo de Dios. Jesús es, lisa y
llanamente, un ser humano como cualquiera; pero, no hay que
negarlo, divinizado por el fanático de Pablo de Tarso y
tenido como Hijo de Dios y por la Segunda Persona de la Trinidad,
por los afiebrados seguidores del galileo.

Jesús, nos dice Mateo, es hijo de José el
cual es marido de María. Y, marido, es aquel hombre que
carnalmente mantiene relaciones
sexuales con una mujer, en este
caso con María. Con lo que de entrada este evangelista
descalifica a Jesús como ser divino, ya que relatarnos la
genealogía de su persona deja mucho que desear y hace que
sobresalga la verdad sobre la identidad de
Jesús.

¡Un ser humano es el único que puede tener
genealogía! ¡Un ser divino no puede
tenerla!.

La genealogía es la serie de ascendientes de cada
individuo.
¿Será posible que si Jesús es Hijo de Dios
tenga genealogía? ¡No!, no es posible. Si
Jesús es producto de la relación del
Espíritu Santo con la virgen
María ¿por qué tomarse la molestia Mateo
de dejarnos su genealogía? A pesar que ya la
mismísima Santa Biblia nos dejó dicho que
Jesús es hijo de José.

Y, si es cierto o si fuera cierto que Jesús
procede del Espíritu Santo, ¡el pobre de José
no tenía ninguna vela en ese entierro!. ¿Por
qué le da participación Mateo a José en una
harina de otro costal?. ¿Jesús Hijo del Hombre o
Hijo de Dios? … ¡Mangos!.

EL PADRE NUESTRO MAL
ARTESANO Y FALAZ

Regresando al tema central que tratamos desde
aquí, no hay que negar que lo que encontramos un tanto
raro, y hasta sospechoso, es el hecho que Yahvé tenga la
necesidad que, como un artesano de provincia, y actuando como
Marduc el alfarero, moldee y forme al hombre del barro del suelo.
Además, que luego de contemplarlo inerte como una estatua
–pues está recién hecho- pero
estático, decide insuflarle la vida con su
aliento.

El inspirado escritor sagrado nos sorprende de veras al
presentarnos un personaje que, como Yahvé, es un ser que
vibra de emociones y
pasiones, demostrando con eso que está vivo. Y la vida,
cosa muy apreciada y continuamente investigada para conocer todos
sus secretos y así poder vivir un
poco más y mejor, le es proporcionada a Adán por
medio de un soplo.

Pero esta vida es una temporal, limitada y
frágil.

Todos, desde Adán, estamos sujetos a la
inexorable cita con la muerte. Y
la muerte, que representa la culminación de la actividad
de vivir, es indudablemente la derrota del aliento de vida que
Yahvé le insufló.

Ese soplo que recibió el padre Adán
representa el inicio de la actividad que conocemos por vivir,
pero con una muy clara advertencia que Yahvé nos deja y
nos hace llegar desde el Deuteronomio 32:39 en donde nos dice y
nos arenga.

Yo hago morir y yo haga vivir.

¿No será entonces este Dios bíblico
el que causó o hizo que Abel muriera en manos de
Caín? ¿Por qué castiga a Caín por la
muerte de su hermano Abel, si Yahvé es el que da la
muerte? ¿Cuándo hay que entender que es Dios Padre
el que da la muerte? ¿Será posible que cuando
murieron más de seis millones de judíos
durante la Segunda Guerra
Mundial? ¿Cuando un padre ofendido mata al
secuestrador y violador de su hija? ¿Cuando se mueren
miles de niños
al día por hambre y miseria? ¿Cuando el cáncer,
el sida o
cualquier otra mortal enfermedad acaba con el ser humano?
¿Cuándo es Dios Padre el matador de la
humanidad?… ¡Siempre!, pues lo dejó bien claro y
asentado desde la cita leída anteriormente.

¡Yo haga morir! Es la carta de
presentación divina. Y lo ha cumplido fielmente. Veamos si
no y para eso sólo tendremos que recordar aquellas
venganzas divinas bíblicas que son terribles y sin un
ápice de compasión ni
comprensión.

Ahí vemos a Yahvé convertido en todo un
vengador insaciable de sangre, de muerte
y de barbaries. ¿Es este aquel Dios de amor que
pregonara Jesús?. Leamos desde Exodo 12:23, 27 y 29 toda
la sangriente y asesina personalidad
del Dios que tanto hemos venerado, rezado y orado.

Porque Yahvé pasará hiriendo a los
egipcios y vosotros veréis a las víctimas como a
las víctimas de la pascua de Yahvé. Y
sucedió que a la medianoche Yahvé hirió a
todo primogénito en la tierra de Egipto, desde
el primogénito del Faraón. No habiendo casa donde
no hubiera un muerto.

¡Palabra de Dios!… amén.

¿Para qué insuflarle la vida a Adán
si la vida que le legó Yahvé es corta y
frágil?. Job muy bien nos lo dice, desesperado y arengando
a Dios Padre por la brevedad de la vida. Y leámoslo desde
el versículo 14 que nos dice.

El hombre nacido de mujer, vive por pocos
días, y hastiado de sinsabores. Sale como una flor y es
cortado. Ciertamente sus días están contados.
¡Déjalo! que descanse. Porque si el árbol es
cortado, aún queda para él esperanza, pues
retoñará aún. Más el hombre
morirá, cuando el hombre expire ¿a dónde
irá él?. No se levantará de su sueño.
Si el hombre muere ¿volverá a vivir?. Como las
piedras se desgastan con el agua
impetuosa, que se lleva el polvo de la tierra; de igual manera
haces tu Yahvé perecer la esperanza del
hombre.

¿Comentarios?… ¡para qué!, todo lo
dijo ya Job.

Pero nosotros insistimos ¿qué
pretendió Yahvé al soplar vida por la nariz del
hombre? ¡Ni el Dios bíblico lo sabe!, es más,
ni siquiera supo definir la limitación exacta de la vida
del hombre, pues en el Génesis 6:3 nos limita a vivir
solamente 120 años. Leámoslo.

Y dijo Yahvé: Serán los días del
hombre ciento veinte años.

En cambio el
Eclesiástico 18:8 nos aclara un poco más la
situación y nos dice.

El número de los días del hombre, a
más tirar, será de cien años.

Y, para rematar la cuestión, Moisés,
varón de Dios Padre, nos embrolla más en el asunto
de los años que el hombre está supeditado, por la
divinidad bíblica, a vivir. Leemos en el Salmo 90:9 y 10
una parte de la oración de Moisés que nos
dice.

Se acaban nuestros años como un suspiro. Los
años de nuestra vida son setenta años; y, en los
más robustos, hasta ochenta años.

¡Qué ensarta de patrañas!, pero
¿qué podemos esperar de este Dios bíblico
que, unas veces él directamente y otras inspirando a
grandes patriarcas y profetas, confunde y no puede definir
exactamente el claro significado de la vida que graciosamente le
otorga al hombre?.

Por regla elemental el fabricante sabe exactamente de la
vida útil de sus diferentes productos,
pero por lo que hemos visto hasta aquí, parece que
Yahvé, el Padre de Jesús, no sabía que
él, como fabricante del hombre, tenía que saberlo;
y, además, divulgarlo sin tanta mentira y
patraña.

Si la vida es cosa de Dios Padre es, lógicamente,
una cosa divina, sagrada y debe ser venerada. El libro de
Sabiduría 15:11 es muy claro en reafirmar este magno
concepto de la vida y nos dice.

Porque Yahvé hizo al hombre, le
infundió su semejanza con un alma activa, y
le dio espíritu de vida.

Aquí habrá que aclararle al inspirado
autor que, la vida que supuestamente Dios Padre le otorgó
al hombre, tiene muchas restricciones. Y eso, es lo que no
podemos comprender, pues si es cosa de Dios y por lo tanto
sagrada, ¿por qué hay que morir? ¿por
qué se nos engaña dándonos el placer de
saborear una vida que supuestamente es sagrada, pero limitada y
como consecuencia de eso luego morimos?.

Leamos lo que en Job 34:14 y 15 nos dicen.

Si Dios retirase su atención del hombre y recogiese su
espíritu y su aliento, toda carne perecería y el
hombre volvería al polvo.

Igual cosa nos dice el Eclesiastés 12:7 ya que
desde ahí leemos.

Y el polvo vuelve a la tierra de donde procede, y el
espíritu vuelve a Dios que lo dio.

Y nosotros insistimos preguntando ¿para
qué y por qué Dios Padre hizo o haría algo
tan efímero como lo es la vida que nos otorga?.

Para apoyarnos y darnos toda la razón en nuestras
conclusiones, y para poder tener la solvencia necesaria para
preguntar tales cosas, el autor del Eclesiastés que, en
3:19-21 nos expone sus tremendas dudas y vacilaciones sobre las
actuaciones y los dichos de Dios Padre, nos dice.

Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo
que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los
unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos
(vea
qué cosa más curiosa, sucede que la palabra de
donde han traducido respiración, significa en hebreo
espíritu o sea que la verdadera frase debe quedar como
sigue: "un mismo espíritu tienen todos, animales y seres
humanos"); ni tiene más el hombre que la bestia; porque
todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del
polvo, y todo volverá al mismo polvo. ¿Quién
sabe si el espíritu de los hijos de los hombres sube
arriba, y si el espíritu del animal desciende abajo a la
tierra?.

Antes que nada hay que dejar clarificado que el autor de
este libro, ya se trate de Salomón, como se presume y se
cree, o de otro rey de Israel, como se auto define el propio
autor, creyó más en la versión de
Yahvé y su creación, que en la Primera
Versión ejecutada por los Elohím en siete
días. Y segundo, por lo mismo, es otra falsedad
más; ya que, cuando el autor se atreve a poner que todo es
hecho del polvo, ¿en qué se basaba para ponerlo
así tan tajantemente como nos lo asegura?.

Si leemos todo el primer capítulo del
Génesis, ahí no hay tal afirmación de que
todo lo existente es hecho o fue hecho del polvo. Para
Salomón, o para el que haya compuesto esta mentira o Libro
Sagrado, el hombre y la bestia son iguales.

Allá ellos.

LA VIDA NO ES PRODUCTO
BÍBLICO NI DE YAHVÉ NI DE LOS
ELOHÍM

¿Por qué la vida es tan corta y a la vez
tan frágil? ¿En dónde radica o mora la
vida?. Y, como para todo hay respuesta en la Biblia, según
nos lo han impuesto los
líderes religiosos, en el Libro Sagrado de los cristianos
encontramos una respuesta a esta interrogante. Y desde
allí el Dios bíblico nos dice en Génesis 9:4
lo increíble.

Pero carne con su vida, que es su sangre, no
comerás.

Según esto, la sangre es la vida en el ser
viviente y por lo tanto en el hombre también. Y nosotros
respondemos que no, que la cosa no es así de fácil;
que la vida no es manipulable hasta donde pretenden estos santos
e inspirados autores bíblicos.

Hoy, entrando en un nuevo siglo y milenio, sabemos
muchas cosas que por supuesto el Diosesito bíblico
ignoraba. Nosotros tenemos a nuestro alcance un instrumento
llamado Ingeniería
Genética y sabemos sobre la existencia del ADN y de las
cadenas de la vida. La sangre, ciertamente juega un papel muy
importante adentro del organismo de los seres vivientes que la
portan, pero no representa la vida como tal.

En todo caso podemos preguntarnos, si la sangre es la
vida, como nos lo afirma la Biblia, ¿por qué
aquellos seres humanos que sufren un fulminante ataque
cardíaco sin desangrarse se mueren? ¿por qué
teniendo la sangre que es la vida, como asegura la Biblia, mueren
muchas personas?.

Hay algo que nos llamó mucho la atención y
es que Ezequiel en 18:31 y 32 nos dice cosas muy raras.
¡Extrañamente raras!. Y veámoslas.

¿Por qué habéis de querer morir,
casa de Israel?, pues yo no me complazco en la muerte del que
muere, dice Yahvé el Señor, convertios, pues, y
vivid.

¿Será cierto tanta belleza?… ¡No,
qué va!.

Qué más complacencia la de Yahvé
sino aquella de ver en sus propias narices cómo
moría tan desalmadamente su engañado Hijo Unico
Jesucristo!.

Si leemos a Marcos 15:34 nos enteramos que Jesús,
al borde de tan triste, como ingrata muerte, dijo, Dios
mío, Dios mío ¡por qué me has
desamparado!
. Y, ¿qué hizo el Padre todo amor,
bondad y que no se goza con la muerte del que muere?…
¡Hacerse el loco! ¡No hizo absolutamente nada, se
gozó de aquella inútil muerte de su Hijo muy
amado!.

Ver, oír y sentir, el padecimiento y la muerte
lenta a la que se sometió a Jesús, fue tremendo
placer para el Dios bíblico; pues, no haber actuado, o el
haber permitido que le sucediera a Jesús todo lo que le
sucedió, sin haber intervenido Yahvé, a pesar de la
súplica imploratoria que el Cordero de Dios hace cuando
grita ¡¡por qué me has desamparado!!, y si eso
no es gozarse en un pobre moribundo desamparado
¿qué cosa lo será?.

Sin olvidarnos que ya hemos leído desde
Deuteronomio que Dios Padre se goza hasta el delirio haciendo el
mal y provocando las desgracias.

Y, cuando leemos cosas como la que nos dice
Sabiduría 1:12 y siguientes y en 2 y sus
versículos, no tenemos más que reírnos a
grandes carcajadas. Y no sólo eso, pues la ocasión
es hasta para morirnos de la hilaridad de lo que la Palabra del
Dios bíblico se atreve a afirmar. Veamos.

No corráis tras la muerte con los
extravíos de vuestra vida. Que Dios Padre no hizo la
muerte, ni se goza en la pérdida de los vivientes; pues
él creó todas las cosas para la existencia, e hizo
saludables a todas las criaturas y no hay en ellas principio de
muerte. Porque Dios Padre creó al hombre para la
inmortalidad y lo hizo a imagen de Su Naturaleza.
Más por la envidia del Diablo entró la muerte en el
mundo. Y experimentan la muerte sólo aquellos que le
pertenecen al Diablo.

¿Qué nos dicen ahora?…

Adelante, ríase. Atáquese de la carcajada
incontenible que brota naturalmente después de leer
semejante estupidez, pues ahora viene lo mejor.

Y… ¿Jesús el Cristo?
¿Murió, o no?.

Para no incurrir en ningún error nos dice Juan
19:30 que Jesucristo ¡sí murió!. Y
leámoslo.

Luego que Jesús tomó el vinagre, dijo:
Consumado está. Y habiendo inclinado la cabeza,
entregó el espíritu.

¿A quién le entregó el
espíritu Jesús?… ¿al Diablo acaso?, no lo
sabemos ni nos lo aclara el chispudo de Juan.

Por su parte Lucas en 23:46 en forma totalmente
diferente a Juan nos dice.

Y Jesús clamando a gran voz, dijo: Padre, en
tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto,
expiró.

¿Le creemos que el Dios bíblico, el Padre
de Jesús, se hizo cargo del espíritu de este pobre
desamparado?. ¡Imposible!, pues si no se hizo cargo en
vida, menos en la muerte.

¿Por qué encomendar su espíritu al
ser que lo deja solo y a su suerte y completamente frustrado?,
tal y como Jesús mismo reclama: ¡Por qué
me has desamparado!.

Marcos 15:37 es parco en detalles y sólo atina a
decirnos.

Tras emitir un gran grito, Jesús
expiró.

Mateo es otro que rehuye detalles sobre el momento de la
muerte de Jesús y apenas nos dice en 27:50 lo
siguiente.

Más Jesús, habiendo otra vez clamado a
gran voz, entregó el espíritu.

Como es fácil de ver, sólo en dos de los
cuatro evangelistas aseguran tibiamente la muerte del Maestro,
siendo ellos Lucas y Marcos que ambos hacen uso de la palabra
expirar; en cambio Juan y Mateo nos dicen que Jesús
entregó el espíritu.

Sólo nos resta el discutido Pablo y él
afirma categóricamente, y sin lugar a ninguna duda al
respecto, sobre la muerte de Jesús y lo leemos en 1 de
Tesalonicenses 5:9 y 10 que nos dice.

Nuestro Señor Jesucristo quien murió
por nosotros.

Con todo lo anterior damos por suficientemente probada
la muerte del símbolo del cristianismo.
Ya no nos queda la mejor duda que efectivamente Jesús, el
Hijo Unico de Dios Padre, el Hijo del Hombre y el auto proclamado
Mesías, murió como cualquier ser humano, natural y
lógicamente.

Por lo que no nos queda más que inferir y
deducir, de lo dicho por el libro de Sabiduría,
comprendido adentro de los libros que
componen a la Biblia, y por ello mismo inspiración divina,
que Jesús, el Nuevo Adán y al que millones de
millones de seres humanos han alabado, adorado, venerado, rezado,
hecho sacrificios y que, incluso, en el límite del celo
religioso hasta han matado en su divino nombre, decimos,
inferimos y repetimos, que Jesús no es más que un
ser diabólico.

Jesús murió y por lo tanto ¡le
pertenece al Diablo!.

Cualquier persona ante este hecho irrefutable puede
ripostar diciendo pero Jesús resucitó al tercer
día.
Y nosotros podemos contestar y lo podemos remitir
a que le dé una y mil vueltas al libro de Sabiduría
y lo retamos a que encuentre allí algún apartado
especial con dedicatoria para aquellos que puedan resucitar y a
que encuentre la cláusula bíblica en la que exonera
de la aplicación en ellos, de la sentencia lapidante y
lastimosa que la Biblia ha decretado y que dice: Experimentan
la muerte sólo aquellos que le pertenecen al
Diablo.

O sea que todo ser humano que muere es porque forma
parte de las huestes diabólicas y no hay ninguna
exoneración especial para nadie ¡ni para
Jesús el "resucitado"! y en ese sentido el decreto
bíblico es clarísimo.

En este pasaje no importan las categorías,
tampoco el que alguien se diga Hijo de Dios o que haya nacido de
virgen o que Moisés y Elías le hayan hablado,
¡no!. Sencillamente ¡todos aquellos seres humanos que
experimentan la muerte, es porque son seres
diabólicos!.

Jesús murió –ya lo sabemos- por lo
mismo le pertenece al Diablo.

¿Quiere usted seguir pidiendo, orando, adorando y
venerando a un ser definido e identificado como diabólico
por la Santa Biblia?… ¡Allá usted!. Por nuestra
parte dejamos hecha la advertencia.

Además, y para finalizar con este Jesús
diabólico, ya con el espíritu preparado para todo,
después de esta asombrosa revelación,
preguntémonos ¿cómo es que nosotros mismos
hemos representado a lo largo de dos mil años a
Jesús, el padre del cristianismo, en las iglesias, libros
de catecismo o religiosos, en cuadros, rosarios, cadenas y
adornos, en afiches, calcomanías y en todo aquello que
signifique medio de comunicación?.

En un 99% lo hemos representado crucificado y bien
muerto. No lo hemos representado ni resucitado ni vivo, tal y
como se ha proclamado y cacareado por los líderes
religiosos. Y esto si es grave pues ¡ni los mismos fieles
creyentes han creído ese truculento cuento sobre
la resucitación de Jesús. ¡Qué
vergüenza! Y ¡qué poca madre se ha
tenido!.

Ni siquiera los fieles devotos de Jesucristo se han
tragado el mensaje de que el Maestro venció a la muerte ya
que por siempre lo hemos representado crucificado y muerto. Y eso
que nos han leído a diario, en las iglesias, sobre la
resurrección de Jesús y así lo visualizamos
en el crucifijo que obligadamente tiene que estar en el altar o
enfrente del templo.

¡Todo lo contrario!… ¿Necesitará
la iglesia
cristiana un buen asesor en materia de
comunicación social, relaciones
públicas, promoción y publicidad?… No
hay duda parece que sí.

¿Qué más podemos comentar de lo
dicho por este autor inspirado que escribiera el libro de
Sabiduría?. Se nos deja dicho como una tajante verdad que
Dios Padre no hizo la muerte, entonces ¿quién la
hizo realmente? Y nos responden que por envidia del Diablo
entró la muerte en el mundo. Aunque, ya en el Deuteronomio
32:39 nos dejaron bien dicho que Yahvé dice: ¡Yo
hago vivir y yo hago morir!.
¿Será alguna
contradicción de la inspiración divina?.
¡Sí! Y tan grande y falsa como el
cristianismo.

Cuando se nos dice que el Dios bíblico proclama
¡Yo hago morir! o que por envidia del Diablo entró
la muerte en el mundo, ¿nos estarán diciendo que el
Diablo y Yahvé son una sola entidad, que son pareja de una
misma polaridad?.

Por lo que se nos dice de la muerte y los poderes
especiales del Diablo (pues por el Diablo entró la muerte
en el mundo, a pesar de ser una propiedad de
Yahvé), parece que no hay duda y que la pareja
Yahvé-Diablo son una misma y desgraciada vaina.

Nos dice también el libro de Sabiduría que
Dios Padre hizo saludables a todas las criaturas, creó al
hombre para la inmortalidad y lo hizo a imagen de Su Naturaleza.
Ante esto ¿qué nos queda a nosotros por decir,
comentar o analizar, después de una sonora carcajada que
nos ha provocado la lectura de
estos pasajes bíblicos?, solamente decir que a otro perro
con ese hueso.

¿Inmortal el hombre?… ¡Huy!.

Tratando de volver un poco al tema de este
capítulo ¿qué debemos entender cuando el
Génesis 2:7 nos dice: Y sopló
Yahvé-Elohím aliento de vida en la nariz del
hombre
?. Muchas personas lo han tomado como la prueba
irrefutable de que Dios Padre nos dio su Espíritu pero,
haciendo un pequeño análisis de todo esto, nos topamos con algo
importante. El Espíritu de Dios no tiene rostro y tampoco
nombre, y se usa, bíblicamente hablando, en la
relación del fenómeno natural del viento y de la
respiración, tal y como el Salmo 104:29 y 30 lo
dicen.

Les retiras el aliento y dejan de existir. Y vuelven
al polvo. Envías tu soplo y son creados. Y renuevas la faz
de la tierra.

En este contexto de la Biblia son –junto al
Espíritu de Dios- el agua, el fuego, el aire y el viento,
los grandes símbolos que la Palabra del Dios
bíblico usa; y hay que tomar en cuenta que el
Espíritu de Dios no se revela como una entidad personal,
más bien los textos bíblicos aseguran su presencia
como una forma de fuerza que
penetra y manipula, que como algo visible y tangible.

Por eso mismo es que no puede ni tiene rostro ni
nombre.

RIDÍCULO
REYEZUELO PREPOTENTE Y VULGAR

Tenemos que en Génesis 2:8, 9, 15-17 nos
dicen:

Y Yahvé-Elohím plantó un huerto
en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que
había formado. Y Yahvé-Elohím hizo nacer de
la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para
comer; también el árbol de la vida en medio del
huerto, y el árbol de la ciencia del
bien y del mal. Tomó, pues, Yahvé-Elohím al
hombre, diciéndole: De todo árbol del huerto
podrás comer; más del árbol de la ciencia del
bien y del mal no comerás; porque el día que de
él comieres, ciertamente morirás.

La expresión Huerto en Edén es
sinónimo y es el símbolo de Paraíso Terrenal
que todos conocemos muy bien. Huerto proviene del término
"pardes" del cual deriva la palabra griega
"paradeisos" o paraíso. Ahora bien, la Biblia nos
habla del Huerto de Dios Padre para representar la imagen de
potentado finquero o terrateniente, amo y señor de vidas y
haciendas.

Y así, de esa manera, es que aparece y se
mantiene Yahvé en todos los escritos sagrados, con una
imagen machista que se le sale por los poros y que ha inundado el
ambiente de la
humanidad desde que se empezó a vender la idea de un ser
divino adentro del contexto judío hasta trasladarla hacia
nuestra era cristiana; por lo que, nosotros, fácilmente
aceptamos la idea paternalista y hasta humillante de este Dios
bíblico.

Yahvé-Elohím es amo de vidas y
haciendas.

Los líderes religiosos, de todos los tiempos, han
aprovechado la coyuntura mental y emocional del ser humano para
ofrecerle, adentro del paquete religioso, un final feliz lleno de
todas las cosas buenas que en el transcurso de la vida le es
completamente imposible disfrutar. Y, entonces, nos han
presentado como meta el Paraíso o el Huerto del
Edén, en donde, si cumplimos las normas impuestas
por la jerarquía religiosa y por las interpretaciones
antojadizas hecha por ellos en el Libro Sagrado, entonces, y
sólo así, llegaremos para vivir (¡Oh
paradoja, ya muertos!) eternamente.

¡Si ya morimos! ¿Para qué burlarse
de la más íntima comunión personal que
teníamos con la vida? ¿Cómo está esa
bestialidad de querer hacernos tragar el cuento más
estúpido que hombre alguno haya inventado?
¿Cómo será eso de vivir eternamente, luego
de morir?. ¡Qué brutos!.

Vayan a cualquier tumba, ábranla y observen
detenidamente qué es lo que tenemos ante nosotros.
¿Está, acaso, dando señales
ese cadáver putrefacto de estar viviendo eternamente?. Y,
no lo olvidemos, como ya morimos, somos del Diablo.

Qué triste es observar a los miles de seres
humanos que han vivido en tan engañoso y vil sueño,
que por otra parte es imposible de cumplirse por medio de este
Diosesito bíblico. Cuántas ilusiones y esfuerzos
inútiles del ser humano por alcanzar el sueño
imposible.

El gran profeta Isaías en 51:3 promete algo muy
parecido a la Gloria Eterna, pero por lo que hoy podemos ver,
¡nunca se realizará!. Y nos dice.

Ciertamente consolará Yahvé a
Sión
(Israel), consolará todas sus soledades
y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en
huerto de Yahvé.

Para comenzar, hoy, Israel, no sólo está
sola, en medio de naciones hostiles y peligrosas para su propia
existencia, sino que ¡nunca ha sido capaz el pueblo
israelita de poder vivir en paz, tranquilos y sin ataques!, no
digamos en el Paraíso Terrenal. Es sencillo desvirtuar al
desequilibrado de Isaías, solamente recordemos las grandes
masacres cometidas por los nazis, por los rusos y por la Roma del
año 70 de nuestra era, en la cual no sólo no se
dejó piedra sobre piedra en Jerusalén, no digamos
los millones de seres humanos pertenecientes al pueblo israelita
que perecieron a manos de los rusos y nazis hasta hace muy
poco.

¿Es esa la promesa del Dios bíblico que
nos llega por medio del inspirado Isaías? ¿Es esa
la promesa tan bella que cambiará su desierto en
paraíso y su soledad en huerto de
Yahvé?.

¡Qué fácil es ganar incautos con
falsas promesas!… ¿Demagogia?…
¡Claro!.

El ejemplo más representativo lo vemos a
través de la historia con las religiones y los grupos o partidos
políticos. Todo líder
en estos campos busca desesperadamente entronizarse y perpetuarse
en el poder y para ello pone en juego la verba
y la más fina demagogia que nos pudiéramos
imaginar. Ejemplos, miles; y unos de ellos nuestra América
Latina completa que ha sido saqueada y sumida en la
más horrenda de las pobrezas.

Es muy fácil identificar a estos líderes
pues, sus mentiras y verborrea, quedan marcadas como lo que son:
falsas promesas para así ganar incautos, o fieles
creyentes, que viene siendo lo mismo. Y entonces aquí, la
figura poética que usa la Biblia para designar el
Paraíso, es de tal magnitud que no podemos dejar de hacer
una comparación importante. La Biblia nos dice que
Yahvé-Elohím plantó un huerto en
Edén, y no podemos ni siquiera imaginar cómo era el
mundo cuando sucedieron estos hechos pues el planeta Tierra,
según la Palabra del Dios de la Biblia, estaba
vacío, oscuro, no había lluvia y por lo tanto no
existía la vegetación, no había un solo animal
sobre la faz del planeta, ¡ni siquiera aire, el tan
necesario y vital aire existía! y, para colmo, ni de agua
se disponía.

De lo absurdo de este panorama bíblico es que el
Dios Todopoderoso y Eterno, al que tanto le hemos orado,
solamente dedica toda su atención a un solo lugar,
limitado y específico y, por eso mismo, fuera de toda
proporción, que está limitado por cuatro
ríos y al cual llamó Huerto de
Edén.

¿Cómo surgió entonces toda la
vegetación y la fauna en el
planeta?.

Por lo menos en la Primera Versión los autores se
apiadaron un poco más de nosotros y con chispa nos narran
día por día y acción
por acción de las diferentes etapas por las que
atravesó la Creación y las acciones que
se llevaron a cabo para poblar nuestro tan querido planeta
Tierra.

Por el contrario en esta otra Versión, y con otra
narración, sin especificar tiempo en días, meses o
años, Yahvé actúa solo en un muy limitado
espacio; mínimo en comparación con todo el resto
del planeta.

En el primer relato son los Elohím los creadores
del Planeta y, luego de tomarse la molestia de crear a la primera
pareja divina, tal y como es el Dios bíblico, le dan,
tanto al varón como a la hembra, todo el planeta en
propiedad y sin ninguna restricción. En
contraposición, en esta otra versión el relato es
cambiado y aquí ya el hombre no es producto de una
creación sino de una manipulación artesanal y
prueba de ello es que es llamado Adán; quien es confinado
a vivir en un reducido Huerto y no goza de ningún atributo
especial o divino. Muy por el contrario del varón creado a
imagen y semejanza de su creador.

Es notorio, y salta rápido a la vista, que algo
no está bien en este nuevo cuento que nos recetan; pues
dejando tantas cosas que desear, es fácil ver la falta que
se tuvo con la tan ingrata y malísima inspiración
que fue recibida por medio de este lado. Yahvé
prácticamente mete las extremidades inferiores con el
tremendo descuido y con el imperdonable olvido de haber hecho al
hombre ¡antes que a todo lo demás!. Poniendo en
entredicho todo el significado de la fe, de los valores
religiosos y del prestigio que ya nos habíamos tragado
sobre la inspiración divina que muchos creyeron posible.
Ahora bien, después de leer esta Segunda Versión,
deberemos de tirarla a donde corresponde, es decir al bote de la
basura y al
olvido. ¿Verdad?…

Continúa la narración de los hechos
acaecidos en el límite del Huerto del Edén y nos
relata el versículo 9.

Y Yahvé-Elohím hizo nacer de la tierra
todo árbol delicioso a la vista y bueno para comer;
también al árbol de la vida en medio del huerto, y
el árbol de la ciencia del bien y del mal.

¿Y las semillas? ¿Cómo obtuvo de la
tierra todo árbol delicioso a la vista y bueno para
comer?. La magia y los trucos no funcionan
aquí.

¿Cómo hacemos nosotros para plantar un
huerto cualquiera?. Primero, tener localizado el lugar apropiado.
Segundo, decidir lo que vamos a plantar. Tercero, tener
disponibilidad de las semillas y de los vástagos. Y
cuarto, proceder a sembrar las plantas. Y
sólo de esa manera tendremos un jardín o un huerto.
Si seguimos el plan anterior
para hacer un huerto, no nos queda más remedio que
mostrarle a usted la verdad de lo que Yahvé
hizo.

Efectivamente Yahvé plantó un huerto
–tal y como ya lo leímos- pero, como bien lo dice el
autor, esta entidad bíblica adolece del atributo de crear.
Yahvé está delimitado exclusivamente a hacer y eso
significa que tiene obligadamente que utilizar elementos que ya
existen para ejecutar todo lo que pretenda hacer.

Si Yahvé quiere plantar un huerto en Edén,
tiene que conseguir plantas, semillas y vástagos, luego
llevarlos hasta el huerto e inmediatamente después
proceder a la siembra. Y, si efectivamente le creemos a la
narración bíblica, la que nos asegura que
Yahvé hizo nacer de la tierra de Edén todo
árbol delicioso a la vista y bueno para comer, es porque
en algún lugar, ajeno y afuera del Paraíso terrenal
¡ya había vegetación!; que, por
lógica, sería del único lugar de donde este
pícaro personaje divino de la Santa Biblia se
habría provisto y apoderado de las semillas, plantitas y
vástagos necesarios para la siembra de todo un
huerto.

Entonces sí se hubiera llevado a cabo lo que la
Biblia ha llamado y proclamado de hacer y plantar un huerto en
Edén. No hay otra forma posible por medio de la cual
Yahvé pudiera haber ejecutado la acción
descrita.

¿Todopoderoso el Dios bíblico? ¡No!,
astuto y pícaro más bien pues por su propia
limitación al no poder crear, tiene que recurrir a los
mejores trucos y malabarismos habido y por haber para hacer un
huerto.

Qué barbaridad cómo se ha manipulado la
información sencilla expresada en la
Biblia.

En los versículos 15-17 leemos.

Tomó, pues Yahvé-Elohím al
hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara
y lo guardase. Y mandó Yahvé-Elohím al
hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás
comer; más del árbol de la ciencia del bien y del
mal no comerás; porque el día que de él
comieres, ciertamente morirás.

¡Muy bien!… ¿De dónde tomó
Yahvé al hombre? ¿En dónde se supone que
estaba el hombre entonces? ¿En qué lugar hizo
Yahvé al hombre cuando lo elabora del barro de la
tierra?.

No podemos entender la frase bíblica
recién leída de tomó Yahvé al
hombre y lo puso en Edén
.

¿De qué lugar exactamente lo
tomó?.

No tiene lógica esta frase y hasta es
estúpida diríamos más bien.
¿Qué significa que un granjero tome los huevos del
gallinero y los ponga en la cocina de su casa?. Sin temor a
equivocarnos, lo mismo que le granjero hizo, otro tanto ha de
haber hecho Yahvé.

Tomar algo es agarrar, sujetar y detener ese algo. En el
caso de Yahvé, éste agarró, sujetó y
detuvo al hombre con el objetivo de
ser trasladado y llevado para ser colocado en otro lugar
diferente en el que originalmente permanecía
inmediatamente después de haber sido elaborado de
barro.

Y en ese sentido la frase bíblica es
clarísima ya que nos dice: Tomó, pues,
Yahvé-Elohím al hombre, y lo puso en el huerto de
Edén.

El Génesis 2:8 nos dice.

Yahvé-Elohím plantó un huerto en
Edén y puso allí al hombre que había
formado.

Teniendo dudas preguntamos: ¿Por qué en
Génesis 2:15 nos dicen que Yahvé tomó al
hombre y luego de eso lo puso en el Huerto del Edén?
¿Por qué tomarlo del huerto y volverlo a poner en
el mismo lugar?… ¿A qué lugar fue llevado el
primer hombre (por supuesto que primer hombre en esta otra
versión) entre la acción de haberlo tomado
Yahvé y ponerlo –otra vez- en el huerto?.

¿Resbalón en la inspiración
bíblica?… Parece que sí.

LAS MOTIVACIONES
BÍBLICAS

Algo interesante también lo constituye el motivo
que Yahvé tuvo, y que además dejó
manifestado en la Biblia cuando inspira, y deja dicho que, lo que
lo motivó a fabricar al hombre es el hecho de no tener un
policía, un vigilante y/o un campesino para
que cuidase y labrase el huerto de Dios Padre, eso hace que se
decida el Todopoderoso Diosesito de pacotilla, y se vea obligado
por las circunstancias, a fabricarse uno.

Y eso es lo que leemos en la Palabra del Dios
bíblico que Yahvé puso al hombre en el huerto de
Edén para que lo labrara y lo guardase.

¡Perfecto!… Todo propietario de tierras,
llámese campesino, hacendado, finquero o ranchero, o como
en el presente caso de Yahvé que asume el papel de
propietario, tiene el derecho de contratar libremente la mano de
obra y, si es posible, al más bajo costo; pero
fabricarse uno es el ideal perfecto y así es como procede
Dios Padre y elabora a Adán del barro con la única
intención de disponer de un guardián y labrador del
huerto.

Lo que no deja de inquietarnos un poco es que a este
Diosesito le salió el tiro por la culata pues, que se
sepa, al pobre primer instrumento de la oligarquía
agrícola, como lo fue Adán para con su
patrón y amo Yahvé, ¡nunca, pero nunca! se le
describe como ejecutante de alguna labor agrícola o como
guardián.

¿Por qué describir entonces con pompa y
vanidad el motivo que impulsó a Yahvé a fabricar a
Adán?. Y, lo más importante ¿Qué es
lo que tenía que guardar, cuidar y vigilar Adán en
el huerto?, si nos están contando que el Dios
bíblico, que supuestamente es todopoderoso, fue el que
plantó y se tomó la molestia de hacer el
jardín de Edén él mismo ¿De
quién o de qué habría que temer o protegerse
para que una de las obligaciones
del primer hombre fuese, precisamente, la de guardar el huerto de
Edén?.

Aquí si se tonteó el inspirado autor de
estos versículos. Queriéndonos ocultar la verdad,
ella misma ha sobresalido.

¿No sucedería que este perverso ser
conocido como Yahvé se había robado descaradamente
las plantitas, acodos y semillas que usó para sembrar el
huerto y que también se haya llevado el árbol de la
vida y el de la ciencia del bien y del mal de los ahora, ya
seguros, otros
habitantes de los alrededores del huerto de Edén y que de
ellos, o de alguno de ellos, en especial tenía
Yahvé alguna pena, recelo y desconfianza, como para
haberle impuesto a Adán la ardua tarea de
centinela?.

¿Por qué sentir temor y desconfianza el
todopoderoso Dios de la Biblia? ¿Hay o había algo
que asustara y atemorizara a Yahvé?, pues por lo descrito
aquí ¡sí!. Y sin ir muy lejos recordemos que
Yahvé es muy claro y tajante cuando de Azazel se trata.
Ahí, con el Dios diabólico del desierto, ordena
todo un ritual de respeto y dejando
una clara muestra de la
sumisión divina hacia Azazel como lo podemos leer y
degustar desde Levítico 16:7-10.

En todo esto hay algo que no cuaja. Si la Biblia nos
presenta y se toma la molestia de hacernos conocer la grandeza
del Dios creador de los cielos y de la tierra, y que en el
extremo de su poder hasta decide modelar al hombre de arcilla del
suelo, también por medio de la Palabra Divina nos
enteramos de la torpeza y de la incapacidad de Dios
Padre.

Porque es incapacidad y torpeza el no poseer la
capacidad de vigilar y de guardar su propiedad, mucho más
siendo Yahvé poderoso y eterno. Si el Dios de la Biblia no
puede cuidar ni su propiedad, él que es grande y divino,
¡por qué imponer la tremenda tarea de cuidar y
vigilar el huerto recién hecho al neófito de
Adán que, de cuidar, vigilar o de labrar no tiene por
qué saber cosa alguna!. Y que es tan bruto este
Adán que ni siquiera se le ocurre comer del árbol
de la vida tal y como leemos en Génesis 2:22 en
dónde el propio Dios Padre se lamenta de la tontera y
falta de sagacidad de su producto de barro.

Y dijo Yahvé-Elohím: He aquí el
hombre es como uno de nosotros
(¿acaso fuerte y
poderoso?), sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no
alargue su mano, y tome también el árbol de la
vida, y coma, y viva para siempre.

¿Bruto Adán?…
¡brutísimo!.

Y a este alelado e incapaz de Adán es a quien el
todopoderoso confía la seguridad del huerto.

¡No podemos ni creerlo!.

Por último, y sin que sepamos a ciencia cierta
del tiempo que ha transcurrido desde que Yahvé decidiera
moldear al hombre de la arcilla del suelo, Dios Padre como que se
recuerda de algo importante y de repente tiene un chispazo que le
viene y se ilumina su mente y entonces advierte que el primer
hombre ¡aún no ha comido!.

¡Qué barbaridad!.

Hagamos una reflexión al respecto.
¿Cuánto tiempo puede o tiene que transcurrir para
que alguien pueda comer de los frutos de los árboles
que recién se han sembrado?, como mínimo hasta tres
años. ¿Y entonces?…

¡Aleluya! ¡Qué barata la mano de obra
que Dios Padre usa!. Sin sueldo y sin comida Yahvé obtiene
que le labren la tierra y que se la cuiden. ¡Qué
explotador hacen que luzca el Dios todo amor que Jesús
proclamó!. Y, doblemente asombrados por todo esto, leemos
desde Mateo 18:6 lo que el Maestro predicaba.

Pero el que haga tropezar a alguno de estos
pequeños que creen en mí, más le
valdría que le colgasen al cuello una piedra de molino y
que lo hundieran en el fondo del mar.

Pudiéramos decir muchas cosas antes de comentar
lo que nos interesa, como sacar a relucir la vengativa actitud de
Jesús, la criminal orientación que impulsa en los
que le oyen y la falta total de amor, buena voluntad,
comprensión y de caridad para con incluso aquellos malos
que hacen tropezar a los pequeños que creen en
Jesús; pero podemos dejar para otra ocasión el
comentario a fondo de todo el pasaje de Mateo y lo mejor es que
hagamos el cuento completo con éste.

Tenemos que replicarle a Jesús ¿Y tu padre
Yahvé no privó de alimentos a
Adán por mucho tiempo? ¿Habrá que colgarle
una piedra de molino a Yahvé y tirarlo al mar? O lo
salvará el hecho de que Dios Padre no cumple con la
condición de tener que creer en Jesús para eso,
porque entonces sí habría que ahogar al Padre
Nuestro.

¿Parcial y egoísta Jesucristo?
¡Sí!, parcial y egoísta con aquellos
pequeños que sin creer en Jesús, y por lo tanto no
cristianizados, son víctimas de aquellos que los abusan,
matan y los hacen tropezar. ¿Por qué ni una palabra
de consuelo para ellos, aún y con palabras cargadas de
violencia y
criminalidad como las dichas para los pequeños cristianos
que son abusados y hechos tropezar?.

Además ¡nunca hemos visto que los que han
hecho tropezar a los cristianos hayan sido colgados con una
piedra de molino y tirados al mar!, no ¡nunca!. Y… ha
habido, hay y seguirán habiendo aquellos violentos y
abusadores que hacen tropezar a los pequeños ya sean
cristianos o no.

Yahvé le dice a Adán que de todo
árbol del huerto podrá comer, más del
árbol de la ciencia del bien y del mal no, porque el
día que de él coma, ciertamente
morirá.

¡Mentiras, puras mentiras y payasadas del Padre
Eterno!, pues Adán y Eva comieron del fruto del
árbol de la ciencia del bien y del mal ¡y no
murieron ese preciso día!, tal y como deja sentenciado a
Adán el Dios bíblico. Aún y que la
prohibición es exclusiva para Adán, a nuestra madre
Eva, Yahvé no le deja ninguna prohibición.
¿Por qué?…

¿Cómo llegar a saber las incongruencias y
las faltas de
sentido común que Dios Padre tiene y en qué momento
las pone en práctica?. Tampoco lo sabemos.
Independientemente y de todos modos no vemos por ningún
rincón de la Biblia que efectivamente se cumpliera el
mandato divino pues, luego de comer del fruto prohibido ni
Adán, que era el único sentenciado y advertido, y
mucho menos Eva, que no tenía vela en ese entierro,
murieron el día que de él comieron, tal y como fue
la lapidante orden del Padre Eterno.

¿Calzones aguados Dios Padre?, pues
¡sí!.

¿Por qué usar el pomposo y prepotente
mandato de "El día que del fruto prohibido comieres,
ese día, ciertamente, morirás"
?. Y lo
mejor de lo mejor –el bocadillo más suculento- viene
ahora. Veamos. ¿Por qué una prohibición tan
repentina y una advertencia tajante para con este primer hombre?.
Si mal no recordamos, del Primer Relato o Primera Versión,
allí los Elohím le dan al primer hombre plenos
poderes y plena libertad. Pero
en esta otra Versión, Yahvé, por el contrario,
confina al primer hombre a vivir en un muy limitado
jardín, restringiéndolo de la libertad de
locomoción y movilización (¿Primer atentado
contra los mínimos derechos
humanos?) y prohibiéndole severamente comer de un
determinado árbol, so pena de morir
instantáneamente en el día que eso sucediera, pero
ya vimos que no fue así, que Adán y su consorte Eva
comieron del fruto prohibido y ni murió Adán, el
advertido, mucho menos resultó muerta Eva.

Delante de otro tropezón, o mejor dicho, metida
de pata del autor e inspirado cronista de los hechos
bíblicos, en este Segundo Relato de la Creación y
específicamente en esta parte de los árboles,
nosotros sencillamente nos atrevemos a preguntar ¿Y el
árbol de la vida, el que da la inmortalidad, le fue
prohibido a Adán el consumo de sus
frutos?… ¡No!, no lo fue.

Es más, nos atrevemos a decir que al autor del
texto, que
estamos revisando, se le pasó por alto este pequeño
e insignificante detallito y por eso es que no menciona para nada
al árbol más importante. Lo mismo que tampoco hace
referencia alguna a la forma en que brotaron los dos
árboles especiales, uno de la ciencia del bien y del mal y
el otro de la vida eterna. ¿De dónde sacó
Yahvé las semillas o brotes de tan peculiares
árboles?, puesto que no podía crearlos tenía
forzosamente que obtenerlos de donde estuvieran existiendo como
tales.

¿En qué lugar existían?.

LA
TRAICIÓN AL CREADOR

Es, no sólo humillante el papel que le dan a
Adán, sino que es ridícula la actuación que
leemos tuvo en estos pasajes, pues lo hacen aparecer como un
estúpido. Y veámoslo. Está muy claro que por
un tiempo, el cual no sabemos su duración pues no
conocemos cuantos días, meses, años, horas, minutos
o segundos hayan transcurrido entre el lapso de la
prohibición de comer del fruto del árbol de la
ciencia del bien y del mal, y la acción en que tuvo lugar
la desobediencia. Y aquí, en este lapso que
indiscutiblemente tuvo que haber sucedido y transcurrido, es en
donde aparecen como idiotas nuestros primeros padres pues, sin
tener más que una sola y claramente identificada
prohibición, ¿por qué no comieron del
árbol de la vida que sobre esa fruta no había
limitación alguna para comer?.

Ese fruto les hubiera dada la inmortalidad. Y ya
inmortales, entonces hubiesen procedido a comer del otro
árbol con lo que hubiesen evitado la penalización
de muerte.

Sin conocer la respuesta a la inusual manera de
comportarse de la primera pareja, debido en parte a que no hay
claridad en la narración que un inspirado ofrece y que
además no le creemos ni una jota a la Biblia, nos vemos en
la obligación de tener que calificar de ridícula la
actitud de Adán y Eva.

Con la actuación de la serpiente, adentro del
problema de la tentación que los obliga a comer del fruto
prohibido, tenemos que asumir otra actitud más seria y
calificarla de más ridícula todavía.
¿Por qué la serpiente que los tentó, no les
dijo que lo mejor era que antes de comer del fruto del
árbol de la ciencia del bien y del mal ellos bien
podían comer del fruto del árbol de la vida?…
¡Qué ridículo!. ¿No que la serpiente
era el animal más astuto de todos?

Por todo lo visto hasta aquí, tenemos que decir
muy gallardamente que no comprendemos el motivo por el cual se
nos dice que después de haber comido del fruto prohibido,
Yahvé todavía mantenga la extraña actitud
que nos describe el Génesis 3:22 y 23 en donde
leemos.

Y dijo Yahvé-Elohím: He aquí que
el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal;
ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del
árbol de la vida, y coma, y viva para siempre. Y lo
sacó Yahvé del huerto de
Edén.

Pongamos mucha atención a todo esto.
¿Quién o quiénes son los escuchas que oyen
la perorata que Yahvé dice?. La frase bíblica
claramente alude a alguien más, ya que el versículo
empieza contándonos "Y Yahvé dijo".
¿A quiénes dijo Yahvé?.

Además, y aquí ya no cabe la mínima
posibilidad de duda, el Dios bíblico se está
lamentando profundamente que el hombre, en este caso Adán,
"ya es como uno de nosotros".

¿Para qué presumir y delante de
quién presumir con la prepotente y tardía
precaución de sacar al hombre del huerto de Edén?
¡Adán y Eva ya son como ellos!, ¡ya son como
los otros Dioses y ya son especiales!. Además, y
aquí también, la narración que el
Espíritu Santo hiciera posible en el autor de este pasaje
es clarísima pues, ¡solamente a Adán es que
Yahvé expulsa del huerto!; a la mujer, a Eva,
nuestra madre, no la saca del Paraíso Terrenal.

¿Por qué?… No lo sabemos; pero usted
hermano, hermana, pida inspiración que el Señor le
dará entendimiento pues es Palabra de Dios Padre.
Amén hermanos…

Para ya concluir esta parte, queda muy en claro el
fraude, la
mentira y la estafa ante la impotencia de este cacareado
todopoderoso Dios bíblico que la Biblia se ha encargado de
divulgar y sus representantes de imponer que, habiendo amenazado
tajantemente con la muerte a Adán si comía del
árbol prohibido, en el momento culminante, el Dios
bíblico se limita únicamente a sacarlo del
huerto.

Y queda, para la posteridad, la burla y la manera
cómo Adán no sólo no obedece el mandato
divino que obliga a las fuerzas divinas a que tiene que morir
instantáneamente, sino que a Adán le viene muy
flojo tal mandato de su fabricante.

Es la propia Palabra de este mentirosote Dios la que nos
dice en Génesis 5:5 lo que aconteció con el
condenado a morir irremisiblemente.

Y fueron todos los días que vivió
Adán novecientos treinta años (930); y
murió.

¡Gloria a Dios Padre! que, después de 930
años de vivaracha existencia, por fin cumple la terrible
amenaza que pesaba sobre Adán y hace que muera el ingrato
desobediente. ¿Qué tal será el Dios
bíblico?…

Y ahora comprendemos –por fin- aquel refrán
tan popular que nos ha acompañado desde siempre que dice
que Dios Padre tarda pero no olvida; fue basado en lo que
sucedió con Adán que se empezó a confiar de
esa manera en la divinidad cristiana.

¡Qué barbaridad con el Dios de la Biblia!.
No podíamos siquiera imaginarnos que Yahvé, el
Padre Nuestro y el creador de todo el Universo,
fuera tan voluble y tan extrañamente falto de memoria; pues se
nos había dicho, y todavía se impone al educarnos,
que Dios Padre es omnisciente o sea que todo lo sabe. Y en su
Palabra encontramos que también eso es falso. En el
Génesis 1, al hombre el Padre Nuestro le da total libertad
de acción y no hay prohibición alguna, menos
mención sobre árboles de vida o que sean de la
ciencia del bien y del mal. No, no lo hay. Por lo que
fácilmente hemos podido deducir que a Dios Padre le hizo
falta más que haber inspirado a algunos seres humanos y
así poder contar sus vivencias, tener un revisor, pues
quizá así no encontraríamos tanta metida de
pata en la Biblia.

Regresando a lo nuestro, a lo que analizamos, nos resta
ver los versículos 18-20 del Génesis 2 y leemos
sorprendidos, por la falta de tacto y de previsión del
todo sabiduría ser bíblico, que allí se nos
digan cosas como las que a continuación
leeremos.

Y dijo Yahvé-Elohím (vuelta con lo
mismo ¿a quién dijo?): No es bueno que el hombre
esté solo; le haré ayuda idónea para
él. Yahvé-Elohím formo, pues, de la tierra
toda bestia del campo, y toda ave de los cielos y las trajo a
Adán para que viese cómo las había de
llamar
(¿De dónde las trajo?, tal parece que
Yahvé tiene un laboratorio
desde donde trae todo lo que hace); y todo lo que Adán
llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. Y puso
Adán nombres a toda bestia y ave de los cielos y a todo
ganado del campo, más para Adán, no se halló
ayuda idónea para él.

Empecemos que es irresistible la tijera y el
bisturí.

Tratemos, para comenzar bien, de imaginarnos ese preciso
momento y veamos así lo que sucedió. Muy bien.
Tenemos que Yahvé dice, y debemos preguntarnos, ¿a
quién le dice o a quiénes se está
dirigiendo?, aparentemente no se está dirigiendo a nadie,
más bien pareciera como que lo dicho por Yahvé
sirve como una afirmación de su autoridad, de
la cual tanto presume él, más sin embargo nos
encontramos, como ya lo vimos, que en Génesis 3:22 se nos
dice "Y dijo Yahvé: He aquí que el hombre es
como uno de nosotros"
, más claro ni la luz del
Sol.

Con esto debemos entender que sí hay auditorio.
Y, si hay público, es porque el Dios de la Biblia tiene
escuchas.

Pero no nos llamemos a equivocación. Hay que
conocer qué clase de
público es este y, como nos hemos fijado muy bien en lo
leído, cuando dice Yahvé "el hombre es como uno
de nosotros"
, en esta frase está diciéndonos la
clase de escuchas que tiene y que son iguales a Dios Padre.
¿O acaso no nos hemos dado cuenta que Yahvé se
muestra sumamente preocupado por la posibilidad de que
Adán se haga o se convierta como "uno de
nosotros"
?.

Punto número uno: Yahvé no está
sólo, tal y como se nos había dicho desde siempre y
que lo habíamos creído. O mejor dicho, tal y como
nos lo habían impuesto

Y punto número dos: Reconocer, por parte del
Padre Nuestro, que "no es bueno que el hombre este solo",
es reconocer y hacer pública la improvisación de la
divinidad cristiana, pues si tan poderoso es ¿por
qué no de una buena vez y junto al hombre no hizo a la
compañía adecuada?.

Mirando el asunto desde otro ángulo tenemos otra
sorpresa, por supuesto que solo para nosotros, pues para
Yahvé y todos los demás Dioses que lo
acompañan, no fue más que una salida elegante ante
el error garrafal cometido.

Nos dicen que Yahvé se lamenta y reclama a la vez
exclamando "No es bueno que el hombre esté solo".
¿Por qué se queja tan amargamente la divinidad
bíblica de tener tan solo al hombre? ¿No fue esa
una decisión de su soberana voluntad divina?
¿Qué teme Dios Padre que le pueda pasar al hombre
al estar solo? ¿Por qué ese angustioso llamado de
atención tan repentinamente expresado?
¿Quién o quiénes le podrán hacer
algún daño a
Adán?.

Lo que sí está suficientemente bien claro
es que hay algo de lo que se debe proteger a
Adán.

Y a continuación, y luego de haber reconocido el
error de tener al hombre solo, Yahvé decide rectificar y
dice que le hará ayuda idónea para él. O sea
que la divinidad procederá a producir algo conveniente
para el hombre solitario y es desde el versículo 19 que
encontramos la descripción de la tal ayuda
idónea.

Yahvé-Elohím formó de la tierra
toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a
Adán.

Hay que hacer un alto obligado para comentar algo que,
si no lo hacemos ahora, corremos el riesgo de
perderlo. ¿Por qué no se nos dice nada sobre la
producción o formación de los
peces y de los
demás animales marinos o acuáticos? ¿Por
qué aquí en esta otra versión se dice que
"Yahvé formó de la tierra a las aves de los
cielos"?.

Si mal no recordamos en Génesis 1:20 se nos dice
otra cosa muy diferente con la manera cómo se
procedió a la producción de las aves:

Dijo Elohím: Produzcan las aguas seres
vivientes y aves que vuelan sobre la tierra, en la abierta
expansión de los cielos.

¡Qué cambio!.

En una versión son las aguas las que incuban y
producen a las aves de los cielos y en este otro relato se nos
quiere hacer creer que ni por asomo las cosas fueron como ya se
habían dado con los Elohím. Aquí, las aves
de los cielos fueron formadas por la mano de Yahvé, y
surgen como un producto de la tierra pues así nos lo
describe Génesis 2:19 como recién hemos
leído.

En un lado se nos asegura que las aves proceden del agua
y del otro que no, que las aves provienen de la tierra; y
cualquiera sabe muy bien que la tierra y el agua son dos cosas
totalmente diferentes. ¡Diametralmente
opuestas!.

¿Quién tiene la razón?
¿Será posible que ambas versiones bíblicas,
ambas inspiradas por el mismo Espíritu de Dios Padre,
estén equivocadas a la vez? ¡Será posible que
Dios Padre se haya tonteado y metido las patas con haber mandado
dos mensajes diferentes sólo por fastidiar a sus fieles
creyentes?.

Como bien lo dijimos, extraña mucho que en esta
Segunda Versión no nos hablen ni una sola palabra acerca
de cómo surgieron los animales marinos o acuáticos.
¿Qué fue lo que pasó? ¿Cómo
surgieron a la existencia los peces, cangrejos, pulpos y todos
los demás seres marinos?, pues, según esta
inspiración, ni siquiera fue digno el tema como para
haberlo mencionado o aclarado. ¿Por qué se les
pasó por alto este pequeño detalle?.

Lo que más molesta de este olvido es que,
recordando al cristianismo, el pez fue el símbolo de los
primeros miembros de este grupo y por lo
mismo tenemos necesidad que se nos explique el motivo poderoso
para tan lamentable falta y omisión.

Pero sigamos. Y nos encontramos ahora ante otro hecho
por demás lamentable. Nos dice el versículo
20.

Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los
cielos y a todo ganado del campo; más para Adán no
se halló ayuda idónea para
él.

¡Cómo fue posible tal cosa!.

Si el Padre Nuestro, el omnisapiente Yahvé el
guerrero, decide y está comprometido en ello a hacer ayuda
idónea para Adán, y procede a ejecutarla,
¿por qué este versículo desenmascara a la
divinidad bíblica reconociendo la limitación de
Dios Padre al dejarnos constancia de dicha falta en la frase
"Y no se halló ayuda idónea para
Adán"
?.

¡El Dios bíblico no resuelve la soledad del
hombre!.

Al contrario lo complica todo pues resulta risible, y
suena más a una mala broma, que Yahvé reflexione y
se lamente diciendo "No es bueno que el hombre esté
solo, le haré ayuda idónea para él".
Y
la tal ayuda idónea es "formar de la tierra animales y
aves"
, pero el resultado real de haber intentado y anunciado
hacer la tal ayuda idónea es un rotundo fracaso; porque
¿qué otra cosa puede ser que reconozca
pública y estruendosamente Dios Padre en la Biblia que
"no se halló ayuda idónea para
Adán"
?.

¡Fracaso! ¡Fracaso! Y más
¡Fracaso!.

Y esto ya es el colmo de los colmos y una payasada
más para con la divinidad. ¿Qué clase de
sabiduría y poder proclama y detenta este Diosesito
bíblico cuando, cometiendo semejantes metidas de pata,
brilla su verdadera personalidad de ser una entidad sin
ningún poder y sin conocimientos?.

En la revelación bíblica la Palabra del
Padre Nuestro supuestamente debería de estar revestida de
sabiduría. O sea, que no hay lugar a faltas de inteligencia,
de cultura y de
tradición en el Dios de la Biblia. El Padre Eterno, se
supone, está revestido de la sabiduría necesaria
como para saber y conocerlo todo. Se le supone sabio. Y si ya se
nos ha impuesto ese criterio sobre el Dios Padre que hemos
adorado desde siempre y si ya nosotros en nuestra psiquis
así mismo hemos permitido que ocupe un lugar que nos ha
dado tranquilidad ¿por qué esta prueba tan clara de
ignorancia divina?.

En Isaías 40:20 se nos afirma que todo aquel
experto en su oficio merece el nombre de sabio.
¿Qué nombre merece aquel que nos han presentado
como el creador y que nos ha demostrado que definitivamente no es
un experto en su oficio?.

¿Por qué el Deuteronomio 4:6 trata de
tontearnos cuando afirma que Yahvé hace de Israel el
"único pueblo sabio e inteligente"? ¿Y los
demás pueblos de la Tierra? ¿Son acaso brutos o
faltos de capacidad de aprendizaje?.

La figura, más bien lírica que otra cosa,
de la sabiduría de Yahvé y que la representan
simbólicamente por una forma femenina, es un insulto para
la humanidad.

 

Partes: 1, 2, 3
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